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Entre los panistas, uno de los principales argumentos para que quien sea su abanderado a la Jefatura de Gobierno sea militante del partido es porque desde el año 2000, que abarca tres elecciones, tres sexenios, han postulado a externos.
Entre los panistas, uno de los principales argumentos para que quien sea su abanderado a la Jefatura de Gobierno sea militante del partido es porque desde el año 2000, que abarca tres elecciones, tres sexenios, han postulado a externos.

Mensaje Político

Alejandro Lelo de Larrea


Entre los panistas, uno de los principales argumentos para que quien sea su abanderado a la Jefatura de Gobierno sea militante del partido es porque desde el año 2000, que abarca tres elecciones, tres sexenios, han postulado a externos.

En realidad, el panismo en la capital no había construido una candidatura, una opción real de gobierno en la capital, desde que Santiago Creel –entonces neopanista– fue su candidato a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, en el 2000, cuando obtuvieron su mejor resultado electoral en la capital, incluso cerca de ganarle a quien entonces abanderó al PRD, el partido oficial, Andrés Manuel López Obrador, actual presidente de México.

En el 2000, Creel, quien apenas se había afiliado al PAN en 1999 –aunque en su familia hay un historial de cercanía incluso con los fundadores del partido–, obtuvo el 34.3% de la votación efectiva, apenas 3 puntos porcentuales por debajo de López Obrador, quien sumó 37.7%.

Siempre se dijo –y recientemente hasta el propio AMLO lo ha reconocido–, que si aquella campaña hubiera durado un par de semanas más, Creel le habría ganado, porque el fenómeno Vicente Fox de aquel proceso electoral seguía creciendo y el perredismo cayendo.

De 2006 a 2018, el PAN en la Ciudad de México no construyó una opción real para gobernar la capital. Sus presidentes, desde José Luis Luege hasta Mauricio Tabe –con excepciones–, pasando por otros como Mariana Gómez del Campo o Carlos Gelista, miraron al exterior del partido para la candidatura a jefe de Gobierno.

En 2006 optaron por el senador Demetrio Sodi, ex priísta y ex perredista, partido al que renunció para ser candidato externo del blanquiazul. En esa contienda, ante el hundimiento del PRI, Sodi logró el segundo lugar con 27.6% de los sufragios. Ganó el también ex priísta y para entonces perredista Marcelo Ebrard, quien quedó con el 46.3% de los votos. El PRI, con Beatriz Paredes, se fue al tercer lugar con apenas el 21.5%.

Seis años después, en 2012, el PAN de nueva cuenta optó por una candidata externa: la activista Isabel Miranda de Wallace, imposición del entonces presidente Felipe Calderón, que hundió a su partido en el tercer lugar, con apenas el 13.61% de los votos. El segundo lugar fue para el PRI, otra vez con Beatriz Paredes como candidata, quien obtuvo el 19.7% de los votos. El perredista Miguel Mancera sorprendió con el 63.8% de los sufragios.

En 2018, como el PAN fue en alianza con el PRD, le cedieron el espacio a Alejandra Barrales, quien también fue apoyada por el partido Movimiento Ciudadano. Quedó en segundo lugar, detrás de Claudia Sheinbaum, quien por cierto tuvo 600 mil votos menos que López Obrador en la capital, y Barrales tuvo 450 mil votos más que Ricardo Anaya, el candidato presidencial de la coalición.

Desde 2018, el PAN chilango, cuyo líder es Jorge Romero, se plantearon que por fin un panista buscara ya la Jefatura de Gobierno. Y comenzaron a construir a su propio candidato: Santiago Taboada, alcalde de Benito Juárez, la joya de la corona panista que ganaron cómodamente en 2018, con todo y el fenómeno López Obrador. y se reeligió en 2021 con casi el 70% de la votación, sin ir en alianza.

De cualquier manera, el PAN no han cerrado la posibilidad de una candidatura externa, y por eso ahí están Lía Limón, alcaldesa de Álvaro Obregón, y la senadora Xóchitl Gálvez. Pero un panista lleva mano. Lo veremos.

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